La posición asumida
el lunes 27 de febrero por la Federación de Arte y Cultura de Juliaca (FEDAC)
haciendo prevalecer su acuerdo colectivo de llevar adelante la parada folklórica
de carnavales por una ruta alterna, constituye
un síntoma de fortalecimiento y unidad notorio, a pesar de las contradicciones
internas que hubieran. Ninguneada desde varios frentes, ha demostrado que una organización
representativa de miles de danzarines, al menos, tiene que ser escuchada por la
autoridad municipal.
Ello resulta saludable
por varias razones. La fortaleza de las organizaciones de la sociedad civil, es
la única acción que puede hacer reflexionar y corregir a las autoridades. Las
autoridades, si bien están facultadas de un poder para gobernar, no implica que
éstas hagan y deshagan atendiendo sólo a sus intereses. Las organizaciones
merecen respeto, en el marco de la democracia y el diálogo.
El Municipio de San Román
ha hecho todos los méritos, para promover su propio colapso como organismo de
gobierno. La posición del Alcalde David Mamani,
ha llegado a su punto mas extremo esta vez.
Así como ahora, la intolerancia, el autoritarismo, la falta de diálogo son
sus formas de gobernar en casi todos los problemas de la ciudad.
En los carnavales
advertimos desde el inicio la escasa vocación
de dialogo y concertación de la Comisión Organizadora. Uno a uno, varios hechos fueron fermentando
la reacción de los conjuntos participantes. El veto del escenario de la avenida
Mártires 4 de noviembre por un desacreditado Comité de Defensa Civil local, la
negativa de una reevaluación del escenario por Defensa Civil Regional, la sorprendente
incursión de la Empresa San Gabán para hacer algunas “sugerencias” de última
hora, la irresponsable actitud de la empresa privada anunciando un inexistente cacharpari (o despedida), hasta la intervención
violenta de los efectivos de Serenazgo Municipal contra la población y los
danzarines, atizando un absurdo enfrentamiento.
Es inexplicable la
orden impartida desde el Municipio para empeorar la crítica situación que se vivía.
Los serenos municipales, fueron expuestos como carne de cañón a una reacción, no
sólo de los danzarines sino de la población, que pudo haber desembocado en una
violencia mayor, de no ser por la oportuna intervención de las autoridades del
Ministerio Público y la Policía Nacional.
Pretender obligar a
las personas ha hacer algo contra su propia voluntad es violar y atentar
elementales y legítimos derechos constitucionales. Las imágenes tienen registrados cómo los
serenos retiraban violentamente kioskos, sillas y bancas colocadas por el público,
y obligaban por la fuerza tomar una ruta impuesta. Aquí ni siquiera vale
invocar imponer el principio de autoridad, porque el actual municipio la ha perdido
hace mucho tiempo.
Tampoco nos
explicamos cómo es que el Comité Multisectorial, donde están representados todos
los sectores por sus titulares, sólo avaló una acción unilateral y sin diálogo.
No percibimos en ningún momento la savia de muchas mentes para invocar el
dialogo y llamar a concertar, entre posiciones encontradas desde un comienzo. Ahora, más de uno se pregunta, si este Comité
Multisectorial podría mediar o tomar decisiones en problemas mayores que afronta
la ciudad.
El Alcalde de la
ciudad, fiel a su estilo autoritario desde su primer gobierno no dio la cara,
antes, durante ni después de los carnavales.
Salvo la fugaz aparición para anunciar los carnavales en Lima, que
obviamente responde a sus cálculos electorales.
Juliaca se
desacreditó con el lamentable espectáculo que se esforzaron en ofrecer. Los carnavales promocionados se convirtieron
en un enfrentamiento entre los sectores involucrados en esta fiesta. El público instalado desde temprano se llevó
la peor impresión, y probablemente no vuelvan en muchos años.
Como conclusión,
algunas ideas se van vertebrando para superar esta crítica situación. Primero, el fortalecimiento de la FEDAC o la formación
de un patronato, porque sólo la organización y la planificación puede fortalecer
la institucionalidad del carnaval juliaqueño.
Segundo, la construcción de una avenida del folklore que podría ser el escenario
adecuado para mostrar nuestras danzas y nuestra música. Tercero, la regulación de
la participación de la empresa privada que resulta siendo el único ganador,
generando incluso enfrentamientos y desinformación para hegemonizar el mercado. Mientras que en medio de los razonables
cuestionamientos a la organización de los carnavales, va tomando cuerpo un segundo
proceso de revocatoria contra el Alcalde David Mamani Paricahua.