Challapalca es otro ejemplo de la pésima política penitenciaria que hay
en nuestro país. 17 presos de alta peligrosidad fugaron la madrugada de este domingo 19 de febrero, poniendo al
descubierto la desprotección y falta de medidas de seguridad que rondaban aquel
centro de reclusión ubicado en un inhóspito lugar de la frontera Puno-Tacna. No
es sólo la desproporción que existía entre el personal del INPE al servicio de
este penal (13 trabajadores) y la cantidad de reos (120 en total), sino, la
falta de una política penitenciaria coherente e integral a nivel nacional.
La pita parece romperse por el lado más débil. El Director Nacional del INPE José Luis Pérez
Guadalupe, ha culpado inmediatamente de la fuga
a una presunta “negligencia de los trabajadores” que en ese momento se
encontraban en el Penal de Challapalca. Pero, conforme trascurren los días
luego de la espectacular fuga, se vienen descubriendo una a una las falencias
de las que adolece este penal, llamado irónicamente “de máxima seguridad”.
Es increíble. El penal no tiene unidades vehiculares que faciliten la
movilidad de las autoridades del INPE en ese lugar. Los pocos trabajadores que fueron tomados
como rehenes por varios minutos, vieron cómo los delincuentes fugaban
llevándose sus armas y pertrechos. Luego tuvieron que caminar más de una hora
para ubicarse en un lugar de acceso telefónico, para avisar de la fuga, a sus inmediatos
superiores.
Los relevos de miembros de la seguridad del penal no se cumplen
periódicamente. Desde inicios de febrero los actuales miembros venían reclamándolo.
Los protocolos de seguridad no se cumplen adecuadamente. El Director Nacional
de INPE habría estado hace dos meses personalmente en el lugar, aun así no se
tomaron en cuenta las precariedades que existían desde hace tiempo en este
lugar.
Los antecedentes indican que si bien es cierto que esta es una
espectacular fuga por su magnitud. En
meses anteriores hubo otras fugas menores. Es decir, lo de máxima seguridad es
teórico. Reos muy avezados, curtidos en su diario delictual, se ingenian los
más inimaginables métodos para burlar la seguridad y huir.
El sistema penitenciario en general, atraviesa una crisis que no puede
ser superada por varios factores. Primero, porque las políticas nacionales no
son serias, no son sostenibles, sólo se dictan paliativos. Segundo, los
presupuestos son exiguos en comparación a la población penal y los enormes
problemas que hay. Tercero, la
corrupción está también latente en los penales, por ello es que si las investigaciones
se profundizan en este caso, no sería sorpresa que esta vez hubo complicidad
para la fuga, a cambio de qué y cuánto, debe investigarse mas.
En esta realidad, el espíritu de la norma penal peruana, de reinsertar a
la sociedad a los delincuentes, es puro cuento.